¿Por qué no estás aquí?
¿Por qué no te manchas como yo? ¿Por qué, mi amor, no me dañas para demostrarme
que me quieres? Tu piedad es tan fría... Tan distante. Tu bondad, desoladora.
Me ofreces la misericordia de una tumba, la paz del desierto, y yo lo que
quiero es ver cómo te rompes y romperte conmigo. Quiero que tu coraza de frío
cariño y calculadora razón se quiebren.
Desde aquí puedo escuchar
tu mente, suena como uno de esos router antiguos, como un cuchillo arañando el
cristal, suena como dos piedras puliéndose la una a la otra, pero no suenan a
ti, no puedo captar tu voz entre tantos pensamientos.
¿Dónde han ido las
heridas que me enseñaste en un principio? Aún quiero lamerlas todas, meter mi
lengua y mis dedos en ellas; quiero la pus de tus traumas en mis dientes. ¿Ya
no amas el sudor terroso de mi cuerpo? Pude ver cómo disfrutabas con el olor a
sangre reseca de mi piel, cómo descubrías con entusiasmo cada pequeña cicatriz
que forman el entramado de mi alma. ¿Por qué ya sólo me ofreces compasión? No
quiero tu perdón, mi amor, quiero tu rabia. Quiero que vuelvas a marcar mi
cuerpo otra vez, como la última vez... Lo disfruté tanto.
Sé que te asustaste de
mostrarme lo que tenías dentro, pero es que justo eso es lo que más me excita.
Amé tus golpes y la forma en que me usaste, en que me obedeciste. Aquellos
moratones me duraron muchos días, me dolían y me recordaban lo mucho que te amo.
¿Es que ya no sientes lo mismo por mí? ¿Es que te da miedo experimentar lo que
es la vida, lo que es sentir de verdad? Tus palabras bonitas no son más que
excusas, lo sabes tan bien como yo, he visto el placer en tus colmillos, la
forma en que querías devorar mi dolor; mi cuerpo ardía con tu violencia, tan
pura ¿Cómo no iba a entregarme a ti?
Pero ahora me rehúyes.
¿Qué haces? Yo aún te amo, ven, ven ven, aquí, conmigo. Sé que aún me deseas.
Quiero que me beses y me muerdas, me rasgues la piel con tu abrazo, me claves
tu amor de espinas y espasmos sin caricia, azotes mi pecho y mi cara mirándome
a los ojos y sin pedir perdón. Así mi amor, así quiero, es lo que te gusta ¿Verdad?
Deja de rehuir mis provocaciones, no hagas como que te molestan. Deja de
hacerte tan digno y moralista, sabemos que ese no eres tú.
¿O es que me engañabas?
No, la gente no puede aparentar esas cosas. El dolor es la única verdad, lo más
auténtico. Y tú estás roto, mi amor, completamente destrozado, estás igual que
yo y por eso nos amamos ¿no es así? Porque ya no vemos la necesidad de aparentar,
porque no rehuimos nuestras heridas ni las ocultamos. Porque metiste tu mano en
mi cuerpo y luego cubriste tu lengua y tu cuello con los coágulos de sangre y
fluidos que sacaste. Quizás también probaste el semen de otros al lamer mi
sexo. Pero eso te gusta, ¿no es así? Ya sabes cómo soy, el tipo de persona con
la que te mezclabas, así decidiste amarme. ¿De verdad te planteas ahora echarte
atrás? ¿Cómo te atreves? Maldito, no puedes hacer eso, ¿piensas pasarte toda la
vida reprimiendo lo que eres? Conmigo podrías ser tú de verdad, no es necesario
aparentar nada, ¿no ves que yo te amo? No esta amalgama de correcciones
distantes que ahora me ofreces. No esta racionalidad tan torpemente
instrumental con la que intentas articular tu cobardía. Yo sé que detrás de esa
fachada hay una bestia sádica y cruel. ¿No ves que es justo lo que amo, que
sólo así puedo amarte?
Pero quizás... Quizás te
he sobrestimado. Quizás sólo eres uno más: otro niño pequeño, como casi todos
los hombres. Otro niño asustado de sí mismo. Los hombres así son los peores,
¿de verdad eres igual? Los hombres así son los auténticos tiranos. Nos temen y
nos odian por sentir placer con aquello que no son capaces de controlar.
Débiles, resentidos, castrados, si por ellos fuera aplanarían el mundo para
moquetearlo después. Dirían que ahora, muerto, es más seguro, pero habrían
usado nuestros cabellos para tejer sus alfombras y sus alpargatas. Esos son los
hombres que nos odian de verdad, no los que expresan su amor con violencia,
porque es así, cariño, mi cielo, el amor es el dolor más puro y yo quiero que
me lo des, me lo des todo en mi boca, tragarme una parte y besarte después.
¿Ya no vienes conmigo?
¿Ya no me hablas? Sabes que mis insultos son palabras de amor. Que sólo deseo
que vengas y me castigues por lo que te he dicho, por lo que te he hecho.
¿Acaso no lo merezco? Ven aquí ahora y dame tu santa reprimenda, la espero con la
boca abierta y las bragas mojadas. Eso quiero, que me trates como lo que soy,
tan tuya, y te hagas mío con tus golpes.
¿Quién más podría aceptar
lo que eres en realidad? Mi amor, deja de intentar vestirte con piel ajena,
deja ese traje de moralidad… Te está tan pequeño. Ven aquí y deja que se rompa mientras me
embistes, quiero que me ahogues; mis arcadas son la canción de cuna que tengo
para ti. ¿Ya no te gusta mi llanto? Sé que sonreías pensando que eran lágrimas
de daño, de humillación. Pero no, mi amor, era el éxtasis lo que sentía.
¿Quisieras morir conmigo? Este mundo es demasiado pequeño para nosotros,
podríamos ser tan felices si vinieras ahora mismo aquí.
Pero no, te empeñas en
terminar lo nuestro; no eres más que una nueva decepción. Al menos podrías ir
de frente. ¿Cómo he podido estar tan ciega? Confié en ti, pero no eres más que
un amargado. ¿Piensas pasarte el resto de tu vida huyendo? Nadie podrá quererte
cuando sepan cómo eres en realidad. Tu egoísmo me aburre, te di la oportunidad
de romper tus cadenas y has preferido quedarte solo… Dejarme sola. Yo, que
estaba tan sola, pensé que contigo dejaría de estarlo. ¿Por qué nos hiciste
esto? Siempre midiéndolo todo, siempre compensando y calibrando las cosas. ¿Eso
era nuestro amor para ti? ¿Un intercambio? ¿Un mercado? Tenías que haberte
entregado, mantener tú palabra, perdido la razón. Lo hiciste y luego me dejaste
esperándote.
Me dejaste furiosa e
inflamada; tuve que calmar mis ansias con cualquiera y todo por tu culpa, por
dejarme así, ¿no ves que te amo? ¿Por qué me obligas a perder el tiempo con
otros? Eres un estúpido, nadie te dará lo que yo te ofrezco, nadie disfrutará tanto
de ello, nadie. Quizá lo harán por compromiso, quizás lo tolerarán, pero
ninguna lo amará de verdad.
Pensé que nos
entendíamos, que nuestra conexión era real, pensé que serías mejor, pensé que…
Basta. Muy bien, no pienso arrastrarme por ti, no sino es para tenerte a mis
pies. Ya me buscaré un hombre de verdad. Al final todos cumplís la misma
función para mí, de vosotros tomo lo que quiero… Pero tú te escapaste, maldito
seas, te odio, mi amor, te odio con toda mi alma por lo que has hecho, y eso me
clava aún más profundo el deseo de tenerte, mil veces maldito, mil veces mil.
Eres un demonio, rastrero, traicionero, infiel y mentiroso. Ven aquí ahora
mismo, te odio, sírveme, te daré todo lo que quieras de mí, pero ven, por
favor… Yo.
Yo no te amo, no te
atrevas a escribirme ni a buscarme, no quiero ni puedo tener nada más que ver
contigo. Me avergüenzo y reniego de todo el tiempo que hemos compartido. Me da
asco pensar que pude darme a ti. No vales nada, no eres nada, déjame de una vez
y no te atrevas a aparecer en mi sueño. Te mataré si vuelves, te cortaré la
cara si la veo en mi cama, si me acuerdo de ti… Déjame en paz y nunca más
vuelvas a nombrarme.