Pero qué río es este que atraviesa los cielo.
Es la estela de un cometa;
una estela de fuego blanco
y fragmentos de hielo y mineral.
Hundidos en él nos llevará muy lejos,
más allá de la tierra y el hogar,
hacia un abismo infinito de estrellas y
nubes de elementos primordiales,
atravesando las forjas de la creación
y los cristales en que el Dios guarda sus secretos
Podremos quizá tocar las ballenas inmensas que se alimentan de polvo cósmico,
quizás los nichos ocultos donde ostentan plumas vibrantes criaturas imposibles,
los restos de palacios y laberintos en qué los titanes pasaron su infancia.
Pero no podemos conocer el sendero sinuoso de aquel río,
solo confiar que con todo lo aprendido, llegado el caso,
aún podamos salvarnos a tiempo, o también quizás,
seguir de la mano en la hora final.
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