martes, 30 de septiembre de 2025

Cruelísima belleza que me torturas con tu existencia,
déjame romper estas paredes,
esta risotada absurda del destino
por la que más cerca del paraíso que nunca
me veo a la vez encadenado como nunca
al trabajo estéril de la burocracia.

Déjame ir contigo
y derramarme como el sudor
que te acaricia los senos
por ese sol tan avaro
que te guarda toda para sí
mientras rabio de celos por la arena
que se ha refugiado bajo tu espalda
y la sal que ha ido a morir a tus labios.

Maldita y bienaventurada mi suerte,
de poder verte y no poder tocarte ahora,
de saber qué lo haré pero que estés tan lejos,
de tener tanto en lo que centrarme ahora
mientras mi mente recorre en imágenes y recuerdos
el sendero de tu cuello.

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