El orbe del mundo se desgaja en un bostezo,
de sus brotes apagados brotan plumas de halcón,
uñas de elefante, el infantil sueño de Dios.
En un paso se desborda y acontece,
en un latido marca el horizonte y el adiós.
Beben los astros de su pausa y crece,
de su arista el humo en que el obrero oculta la hoz.
Decimos entonces que el cielo emana un orden,
sabemos que mentimos en nuestro corazón,
las agujas que desdoblan como semilla el arañazo,
tampoco saben de la mano que les dibujó la voz.
Miramos sin embargo y quedamos inmersos,
la pausa no priva de angustia la visión
eterna que el demonio con su carne nos bendice,
al darnos el cuerpo que alfombrará su salón.
El orbe del mundo se desgaja lentamente,
podemos oír el eco que gotea el jorismós,
debajo estamos con la lengua bien abierta,
esperando el esperma de la inspiración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario